Transiciones y Disolvencias
Edición por corte, por disolvencias y transiciones
Cuando nació el cine, casi en seguida se descubrió que la limitación técnica de tener que cambiar la película de la cámara, y por tanto tener que cortar la acción, no sólo no era un defecto, sino que se podía utilizar a favor de la narración. Varios realizadores demostraron que el montaje (la longitud que se decide dar a cada plano y su relación con los planos anteriores y posteriores) constituye un recurso valiosísimo del lenguaje cinematográfico.
La inmensa mayoría de los planos de cualquier película se unían entre sí por corte: acaba uno y empieza otro, sin más. Sin embargo muy pronto se empezó a experimentar con otras formas de pasar de un plano al siguiente. Algunos de esos efectos del cine mudo nos resultan excesivos en la actualidad, aunque como experimentos tuvieron su utilidad.
Si bien antiguamente era complicado crear cierto tipo de efectos de transición en cine, y hasta hace poco incluso en vídeo había que contar con costosas mesas de efectos, actualmente cualquier programa de edición no lineal tiene un menú de transiciones que ofrece un enorme repertorio de opciones. Mas sin embargo, nosotros mismos utilizando recursos visuales, podemos realizar nuestras propias transiciones.
No obstante, lo importante es no abusar de ellas, utilizarlas sólo en la medida en que aporten algo a lo que se esté contando y que sean congruentes con el carácter del trabajo. Si bien un videoclip para MTV daría más libertad para jugar con estos recursos del video, un documental sobre el hambre en África parece pedir un tratamiento con menos utilización de estos. Y los vídeos más personales y festivos, como una boda o unas vacaciones, su ambiente ligero y con más libertad de acción en cuanto a estas aplicaciones, pero siempre hay que evitar la tentación de dar el protagonismo al software.
La disolvencia propiamente dicha, un fundido entre dos planos sin más, funciona exactamente igual en Premiere, Final Cut o cualquier otro software, el resultado es idéntico.
El fundido a negro y el fundido desde negro, que por supuesto se puede hacer de varias maneras en los diferentes programas, esto se puede solucionar con una sola transición, también clasificada como Dissolve, llamada Fade In, Fade Out. o hacerla manualmente a nuestra manera de necesitarla.
Edición por Corte Cuando se realiza la edición por corte, el programa de edición de vídeo no tiene que generar los fotogramas resultantes de aplicar una transición entre las dos pistas de vídeo involucradas. De este modo la exportada de la película final tardará mucho menos en realizarse, lo mismo pasa si le agregamos efectos o otras cosas más. Independiente del medio al que vaya destinado nuestro producto final (DVD, publicación en la Web, etc.)
Otra ventaja de editar al corte es mantener la calidad al máximo posible en todo momento. No siempre es posible trabajar con una cámara Mini DV conectada mediante FireWire, si no que se utilizan dispositivos de captura de vídeo en los que se le aplica cierto tipo de compresión a la señal de vídeo y, por lo tanto, también se perderá calidad en el proceso. Si a ello se suma la necesidad de que el programa de edición de vídeo (iMovie, Premiere, Final Cut) deba crear los fotogramas resultantes al aplicar una transición, los resultados no siempre son los más atractivos; sobre todo cuando la transición en cuestión se basa en el ajuste de parámetros tales como el canal de luminancia, ajuste de los canales RGB, saturación, o se juega con la ampliación del plano (zoom).
Si la película editada se va a publicar en DVD o en la Web también hay que tener un especial cuidado en las transiciones que se van a utilizar; ya que hay que tener en cuenta el efecto de la compresión del códec seleccionado y el tamaño en píxeles de la película.
Pero todas las aplicaciones de edición de vídeo, hasta el más económico iMovie, disponen de un notable grupo de transiciones y están ahí para aplicarlas siempre y cuando vayan a aportar algo al producto que se esté editando.
Algunas de las transiciones incluidas en estos programas probablemente no se utilicen nunca. Sin embargo puede que haya momentos en que un determinado efecto aporte algo interesante a un proyecto en concreto, y entonces es cuando se agradece contar con un amplio repertorio del cual escoger. En la mayoría de los casos, con una experimentación en el uso de las transiciones en cierto grado, permite saber el resultado que se va a obtener incluso antes de aplicarla (optimizando de este modo el tiempo de trabajo) o qué parámetros son más aconsejables utilizar para obtener un resultado determinado.
La importancia de las transiciones
La forma en que se pasa de unos planos a otros y de una secuencia a la siguiente es asunto de lenguaje. A lo largo de cien años se han desarrollado (de forma natural, no caprichosa) unos códigos que dan un determinado significado a cada recurso.
Actualmente, al igual que en la época del cine mudo, lo normal es la edición por corte. Generalmente no hace falta más. De hecho, el gran reto es utilizar este recurso básico para transmitir eficazmente lo que se quiere contar. El paso de unos planos a otros por corte es lo que hace que la narración sea fluida. Ahora bien, hay ciertos momentos en que se impone un punto y aparte. Se trata de momentos en los que se interrumpe el ritmo normal, para pasar a otro tema, a otro tiempo, a otro lugar o a otro ritmo. Y en estos casos, las transiciones o los fades son el recurso adecuado.
La duración de la transición se puede controlar y de hecho ése es uno de los temas fundamentales que hay que decidir con criterios puramente comunicativos: ¿qué se está intentando comunicar con esta transición? ¿En función de eso, conviene que sea lento o rápido?
Cuidado con los efectos.
A partir de este punto, el resto de las transiciones deben usarse con mucha mesura o no usarse. Dicho grupo de transiciones se denominan normalmente cortinillas, debido a que algunas son, en efecto, simulaciones de un telón que se abre o se cierra para pasar de una escena o plano a otro.
Cuando se aplica una cortinilla es muy fácil que ésta acabe perjudicando los objetivos comunicativos en lugar de reforzarlos: el espectador se distancia de la narración para cobrar conciencia de la técnica. Y al rodar un vídeo precisamente necesitamos lo contrario: que el público se olvide de los recursos técnicos y se sumerja en el contenido, sea el que sea.
Por supuesto habrá que experimentar para entender lo que hace cada una de las transiciones. Aunque no hay que abusar de ellas, es evidente que están para utilizarlas. El reto es usarlas bien, de modo que aporten algo a lo que se está contando.